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Falta de comprensión en los ejercicios en línea, cómo hacer la tarea y motivación: señala encuesta a estudiantes

• Perciben a sus profesores incomunicados
• Un tercio del estudiantado solicita algún
apoyo psicológico ante confinamiento

Ciudad de México a 9 de diciembre de 2020.- Miedo, ansiedad, resiliencia y problemas con las plataformas digitales son sólo algunas de los sentimientos y experiencias que viven estudiantes y docentes en las clases en línea, explicó María Clotilde Juárez Hernández, académica de esta Casa de estudios, durante la conferencia Experiencias emocionales entre alumnos y maestros durante la pandemia.

Mediante una encuesta anónima y confidencial realizada a jóvenes de varias licenciaturas de la UPN, la académica exploró las experiencias de la vida familiar y emocional durante lo que va de la pandemia.

Mediante el estudio, Juárez Hernández descubrió que las dificultades de los estudiantes los divide en dos factores: externos e internos.

En el primer grupo se encuentra la falla en el servicio de Internet, de energía eléctrica, la diversidad de plataformas que usan los profesores para brinda sus clases y el uso del correo electrónico.

A lo anterior se suma la insuficiencia y descompostura de dispositivos electrónicos, como computadora de escritorio, laptop, tableta o celular. Finalmente, la encuesta reflejó que los docentes, por una o varias razones, están incomunicados, invisibilizados y sobrecargados.

En el factor interno, los encuestados externaron que no entienden los ejercicios o cómo hacer la tarea, no cuentan con las motivaciones suficientes, repercutiendo en otro sentido: el emocional. Además, se destacó como punto importante, los roles múltiples que tienen algunas alumnas, pues son mujeres con hijos.

Respecto a las preocupaciones que tiene las y los estudiantes, la encuesta descubrió cinco principales:

El primero es la cuestión de salud física por el riesgo de contagio y muerte por Covid-19, así como por la salud mental por el aumento de estrés y ansiedad.

Como segundo punto está la preocupación por su empleo y a perder la fuente de recursos económicos para adquirir bienes y servicios básicos fundamentales en la sobrevivencia y bienestar familiar, por el riesgo de reducción de los ingresos familiares o el desempleo.

En tercer lugar, indicaron la preocupación económica por el riesgo de la falta de liquidez de la familia, así como temor a caer en la carencia y precariedad.

En cuarto sitio mencionaron la escuela, no por un asunto de sobrevivencia, sino por la añoranza de algo perdido, ya que se trata de una referencia social. Como quinto punto mencionaron el riesgo de violencia en la vía pública.

Tendencia resilientes y depresivas

La doctora Clotilde Juárez, quien cuenta con un posdoctorado en psicología por la UNAM, explicó que “existen dos tendencias de cómo se puede percibir los efectos de la pandemia en la vida cotidiana y mental de las personas: la resiliente y la depresiva; la primera nos reporte una serie de aspectos que tiene que ver con el amor incondicional, el reconocimiento de cada uno en la familia, la comprensión, la empatía la motivación, el optimismo, el apoyo, interés por las actividades diarias y, sobre todo, unidad familiar.

“En cambio, cuando identificamos la tendencia depresiva, nos encontramos estrés, tensión, angustia, ansiedad, tristeza, enojo, ira, irritabilidad, culpa, miedo o terror, frustración, hipersensibilidad, confusión, incertidumbre, insomnio y depresión”, explico.

Una tercera parte de los encuestados solicita ayuda

De acuerdo con el estudio de la académica, a pesar de los estragos psicológicos que trajo el encierro y el cambio radical en el ámbito social y anímico provocado por la cuarentena, son pocos quienes buscan un remedio.

“Sólo un tercio de los encuestados busca ayuda psicológica, siendo los servicios psicológicos, psicoterapéuticos y psiquiátricos los más recurrentes.

“El resto, dos tercios, no busca ese tipo de apoyo, debido a la falta de dinero, de interés o información, de tiempo, creen que no hay necesidad y que es sólo para gente loca”, puntualizó.

Respecto al papel del docente, hizo una metáfora sobre viajar en una banana inflable tirada por una lancha, la cual arrancó a toda velocidad (inicio del semestre), pero se volteó (comienzo de la pandemia) y tanto alumnas, alumnos y docentes tuvieron que nadar por su propia cuenta y salvarse por sí mismos.

“Nos enfrentamos a muchos dilemas: ¿cómo hablar con los alumnos? ¿cómo verlos y trabajar? Porque la única certeza que se tenía era que ya no sería presencial. Aquí nos tuvimos que enfrentar al reto digital y a la incertidumbre de saber si volveríamos a clases presenciales o no. Todo esto nos provocó ansiedad, estrés y desvelos”, detalló.

La ponencia Neuroeducación formó parte del Ciclo de conferencias magistrales Educación emocional dentro de la escuela en los tiempos de crisis, organizadas por la Unidad UPN 053, de Piedras Negras, Coahuila.

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