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Enfatizan sobre la necesidad de la interdisciplina y la experiencia regional para fortalecer la educación en ciencias

• Se realizó la jornada académica El desafío del desarrollo
sostenible y cómo la química ayuda a resolverlo. Ciencia para
la vida cotidiana
• El evento es organizado por la Sociedad Química de México, la
Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación del
Gobierno de la Ciudad de México y la UPN

Ciudad de México a 10 de diciembre de 2020.- ¿Cómo transformar nuestro vínculo con el medio ambiente desde la educación en ciencias? ¿Cuáles y qué tipo de saberes se requieren en la escuela para atender el desafío del desarrollo sostenible? Sobre estas dos interrogantes académicas de diversas instituciones de educación superior en América Latina analizaron el tema en el que destacaron la necesidad de la interdisciplina y el rescate de lo regional en la enseñanza de ciencias para enfrentar desafíos de la agenda 2030.

Para María Luisa Murga Meler, docente e investigadora de la UPN, con la interdisciplina se vislumbrarían soluciones a los problemas del medioambiente desde el salón de clases.

“Sugiero proponer a nuestros alumnos que lleven a cabo lo que, desde mi perspectiva, es intrínseco a la educación en ciencias: la exploración y el diálogo, pero a partir del reconocimiento de la unión entre el ser humano y la naturaleza y, desde ahí, preguntarse acerca de los factores y procesos que componen los fenómenos que les inquietan, incluidos ellos mismos, en lo individual y colectivo”, señalo la docente de la UPN.

“Para iniciar esta exploración y diálogo es preciso que recapacitemos en la interdisciplinariedad de la educación en ciencias, teniendo en cuenta las características de cada nivel educativo, desde preescolar hasta posgrado”, señaló Murga Meler durante la mesa Diálogos educativos sobre el desafío del desarrollo sostenible desde la educación en ciencias frente a la agenda 2030.

Dijo que para tratar de comprender las transformaciones diferenciales en el clima o fenómenos atmosféricos, por ejemplo, es preciso entablar diálogos entre varias disciplinas, y para llevar estos intentos de comprensión al salón de clases tenemos que articular esos saberes de manera que nuestros estudiantes puedan aprehenderlos, si, con ‘h’”.

En este encuentro, organizado por la Sociedad Química de México, la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación del Gobierno de la Ciudad de México y esta Casa de estudio, María Luisa Murga propuso que en las clases de ciencias se debe recordar que el vínculo con el medioambiente implica solidaridad y responsabilidad colectiva, “que no es caridad ni mercancía, porque la solidaridad supone un fundamento ético enteramente modelado sobre la experiencia de la finitud de los sujetos y de los recursos”.

Retomar experiencias locales y regionales

Por otra parte, Alejandra García Franco, profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa, indicó que para lograr que el conocimiento brindado a las y los estudiantes permeé en sus localidades y en pro del medioambiente, la educación debe enfocarse en lo local.

Las instituciones educativas desechan de forma tajante los conocimientos regionales, “el proceso de la educación formal se ha encontrado siempre aislado de los contextos comunitarios y lo que provocó fue que se desperdiciaran los saberes que hay en los contextos locales, las experiencias que tiene los infantes y docentes, para convertir esos conocimientos en aprendizaje”, puntualizó García Franco.

“Necesitamos que los institutos educativos sean más permeables, que los saberes que están fuera de las aulas entren en ellas y los conocimientos que se gestan en los salones de clases también puedan salir”, subrayó.

Explicó que “pedagogos latinoamericanos, como Paulo Freire, llamaban a traer la experiencia a los estudiantes para hacer que el aprendizaje de lo que ocurre en la escuela sea significativo para ellos, pues como está planteado el sistema educativo en este momento muchas veces no acepta lo que pasa a nivel local para situarse sólo en lo global o en los estándares educativos generales”.

La investigadora de la UAM sostuvo que “tomar los fenómenos locales como una fuente de las experiencias de aprendizaje y ayudarles a comprender los procesos que están detrás de la salud de los sistemas sociales y naturales, permite que los estudiantes generen una responsabilidad con su comunidad y, a la vez, se conviertan en un recurso intelectual para sus comunidades”.

Como ejemplo comentó que, en una localidad con un río contaminado, las y los alumnos pueden desarrollar sus conocimientos de química que les permita entender qué es esa polución, de dónde viene y así actuar para solucionar dicho problema; “aprenderían que tienen la capacidad de usar sus mentes y energía para contribuir a su propia comunidad, para saber que son valiosos para otros y que pueden ayudar a mejorar la vida de las personas”, culminó la ponente.

Enseñanza de la ciencia como red de prácticas

Laisa María Freire dos Santos, académica de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil, comentó que “la crisis va más allá de lo sanitario, es ecológica y socioambiental e incluso de civilización, que demanda posturas de transformación de relación entre el ser humano y la naturaleza, así que superar la crisis demanda encontrar caminos que replantean objetivos de enseñanza aprendizaje de ciencias a través de una alfabetización científica vinculada a la ciudadanía.

“Debemos pensar en la enseñanza de las ciencias como una red de prácticas que se interconectan y esta red se nutre, por ejemplo, con propuestas de educación ambiental que están vinculadas a posturas radicales”.

Durante la inauguración, la doctora Rosa María Torres Hernández, rectora de la UPN, hizo hincapié en resolver, desde lo educativo, la pandemia que tiene en estos momentos en jaque a todo el planeta.

“Sabemos que, si no se implementan acciones serias, las implicaciones que nos traerá (la Covid-19), es que enfrentaremos amenazas adicionales. Agua, alimentos y biodiversidad, entre otros recursos, entrarán en crisis, lo que podría agravar la situación económica, ecológica y social, creando el potencial de una emergencia humanitaria a escala global”, alertó la rectora Torres Hernández.

La mesa de debate formó parte de la jornada académica El desafío del desarrollo sostenible y cómo la química ayuda a resolverlo. Ciencia para la vida cotidiana, cuyo objetivo es desarrollar actividades educativas y de divulgación en las cuales la química represente el eje transversal que articule propuestas de acciones posibles para atender los problemas ambientales, particularmente de la Ciudad de México.

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